En nuestro último día completo en Bangkok, amanecimos un poco
antes, para poder desayunar y coger fuerzas, después otro poco de turismo, esta
vez tocaba pasear un poco el barrio chino, el cual se hace prácticamente intransitable
por la cantidad de puestos y de gente que se aglomera, al final no deja de ser
un gran bazar de los que puedes ver en cualquier ciudad de España, pero a lo
bestia.
Íbamos bastante rápido, así que de allí nos fuimos a ver otro
palacio que hay en la zona más nueva de la ciudad, que no nos gustó demasiado,
a mí me recordaba a la estación de Príncipe Pio, pero un poco más pequeña. El
sol nos quemaba en exceso y la vuelta la hicimos en taxi con buen aire
acondicionado, que nos dejó en la parte más antigua de la ciudad, el antiguo
puerto, que fue uno de los primeros en abrir sus puertas a negociar con
occidente en así. En esta zona puedes ver como la cultura occidental y la
asiática converge. Calles principales anchas y callejuelas aledañas, y muchas
tiendas de oro, plata y piedras preciosas. Saliéndonos un poco de la rutina
acabamos en un bar local de esos que solo frecuentan los lugareños y nos
tomamos una cervecita fresca y muy barata, está claro que los mejores lugares
siempre están fuera de los ojos los turistas.
Había llegado la hora de probar el famoso masaje Tailandés, el
cual, sin entrar en detalles… no me defraudó.
Continuamos camino, para volver a pasar por las calles centrales
de ocio, donde aun siendo todavía las siete de la tarde, los relaciones públicas
del lugar no dejaban de ofrecernos shows y más shows, y bueno todo aquello que
quisieras, pero nuestra meta era llegar a uno de los estadios en los que se
puede ver Muay thai (Boxeo Tailandés) para disfrutar de una velada llena de
golpes. Y por cierto, es que se dan hasta en el carné de identidad. Lo que más
nos llamó la atención fue el primer combate, que nos pareció algo salvaje al
tener que ver a dos chavales de unos 10 años dándose patadas. Pero pasado este
trago llegaron adultos que se
embistieron a golpes, mientras nosotros vaciábamos los barriles de cerveza del
bar del estadio.
La noche pintaba bien, velada de boxeo y un poco de cerveza en el
estómago, eso sí, como si estuviera acompañado de cualquiera de esos sorianos
de que acostumbro, la cena brillo por su ausencia, así que nos dirigimos otra
vez a la zona de marcha, eso sí, esta vez nos metimos en una sala de billares a
darle un poco al taco entre birra y birra, para acabar bailando en otro bar nocturno
donde siguieron sirviéndonos cerveza sin tener que recurrir a ninguna artimaña
barata. Al final, con el gesto alegre y sin gota de sed, decidimos volver al
Hotel para poner punto y final a la aventura Tailandesa.
En resumen, hicimos, turismo, nos divertimos y bebimos en algún
momento más de la cuenta, pero nos lo pasamos de miedo. Para mi sin duda uno de
los mejores viajes que he realizado desde que estoy en Indonesia. Lo malo es
que se necesitan por lo menos 4 días para poder ir desde aquí, para aprovechar
bien el tiempo y que no sea un palizón. Yo desde luego, si tengo oportunidad
volveré a disfrutar de los placeres Tailandeses. Eso sí, solo recomendable para
mayores de 18 años y mejor sin compromisos si va a Bangkok, el resto del país
tiene una pinta estupenda y espero poder visitarlo con más detenimiento.
Besos y abrazos.
PD: Visitar este bonito país que guarda un montón de placeres ocultos :-)
Yo espero volver pronto.
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